Las palabras que usamos para describir un vino encierran todo un universo sensorial. Os compartimos algunos de los términos más usados —y qué significan — para que podáis utilizarlos y compartirlos.
– Frescura: sensación de viveza, generalmente asociada a una acidez equilibrada. Un vino fresco es vibrante y ágil.
– Textura: sensación táctil que deja el vino en boca: cómo se percibe al deslizarse por el paladar. Puede ser sedosa, cremosa, aterciopelada, granulosa, rugosa o untuosa, entre otras.
– Cuerpo: grado de densidad o peso del vino en boca. Puede ser ligero, medio o con mucho cuerpo.
– Mineralidad: percepción sensorial que recuerda a piedras húmedas, tiza, salinidad o incluso pólvora.
– Evolución: transformación del vino a lo largo del tiempo, tanto en botella como en copa. También puede referirse a cómo cambia durante una comida o una cata.
– Complejidad: cantidad y variedad de sensaciones que ofrece un vino, aromas, sabores y matices.
– Persistencia: duración del sabor del vino después de haberlo tragado o escupido. Se mide en segundos y puede llamarse también “retrogusto”.
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